INTRODUCCIÓN
Un valor es una cualidad de un sujeto u objeto. Los
valores son agregados a las características físicas, tangibles del objeto; son
atribuidos al objeto por un individuo o un grupo social, modificando a partir
de esa atribución su comportamiento y actitudes hacia el objeto en cuestión. El
valor es una cualidad que confiere a las cosas, hechos o personas una estimación,
ya sea positiva o negativa. Se puede decir que la existencia de un valor es el
resultado de la interpretación que hace el sujeto de la utilidad, deseo,
importancia, interés, belleza del objeto. Es decir, la valía del objeto es en
cierta medida, atribuida por el sujeto, en acuerdo a sus propios criterios e
interpretación, producto de un aprendizaje, de una experiencia, la existencia
de un ideal, e incluso de la noción de un orden natural que trasciende al
sujeto en todo su ámbito. Valores tales como: honestidad, lealtad, identidad
cultural, respeto, responsabilidad, solidaridad, tolerancia, son fundamentales
para el convivir pacífico de la sociedad de los cuales la sociedad vive e
incluso son intangibles y nadie los puede cambiar, solo uno mismo de la manera
que se da a conocer a los demás o también con las experiencias de la vida.
DESARROLLO
Los valores están presentes en el organismo,
La personalidad, la sociedad y la cultura humana.
Los valores no son normas de conducta, Las normas son regla para comportarte de un
modo determinado. El termino valor no lo poseen los objetos en si. Si no que
estos lo adquieren gracias a su relación con el hombre, con el ser social. Todos
los seres humanos independientemente del grado cultural y de civilización poseemos
un sentido ético o moral. Este sentido está ligado a los actos voluntarios pues
los calificamos como buenos o malos. La culminación del acto moral, así como
también de los sistemas éticos, se logran al elegir las finalidades que se
realizaran en la vida. Son valores y reciben ese nombre por contener el valor
que los hace deseables. Las virtudes éticas se refieren especialmente a la
actitud moral. Los valores éticos no son los bienes si no los de las personas y
sus actos. No residen en las cosas sino en la voluntad, las intenciones y los
propósitos. Las virtudes prácticas tal como su nombre lo indica corresponden a
la ejecución de la conducta, y sirven para vencer las contingencias y
obstáculos de la vida.
La Honradez
De las virtudes la que se ha tenido en el mayor aprecio
es la que prohíbe al individuo apoderarse de los bienes ajenos. Aunque este
valor se desarrolla en una esfera económica también se aplica a otra clase de
pertenencias. Y más ampliamente a la observancia de una conducta apegada al
deber. La honradez también incluye el mantenimiento de una persona o compromiso
y nunca intentar abusar de la confianza que depositan en su persona y sus
actos. Un ejemplo clásico es la de un empleado fiel que pasa. Toda su vida al
servicio de una empresa exitosa manejando grandes cantidades de dinero que
pudiera tomar sin embargo, esto no ocurre a pesar de que su salario le coloque
en situaciones precarias.
La Bondad
La principal virtud moral es la bondad, virtud por
anatomías valor supremo de la conducta. La moral es realización de lo bueno .De
manera simple podemos afirmar que la bondad es la virtud de ejecutar el deber,
por tanto el hombre bondadoso realiza en actos sus convicciones manteniendo una
insobornable lealtad consigo mismo y con el prójimo. El hombre bueno se impone
un deber y lo cumple; nos encontramos con un hombre que cumple con su deber por
respeto a si mismo y a la humanidad.
La Modestia
Esta virtud generalmente se entiende como un señalado
recato y hasta cierto punto inhibición por las expresiones de si mismo; un
individuo modesto es el que no hace gala de sus bienes o facultades esta virtud
es la consideración de no lastimar al prójimo con un desplante que pueda
causarle daño.
La Solidaridad
La voluntad de ayudar a los que necesitan y
comprometieres con sus problemas es la definición del valor de la solidaridad. La
importancia de dicha virtud esta fuera de toda duda, dado que toda sociedad
humana cuenta con sectores que siempre requieren ayuda. En la actualidad,
muchos ejemplos de solidaridad se dan en nuestro país, resaltando por su
circunstancia, la ayuda que se da cada invierno a las poblaciones tarahumaras
del norte del país.
La Amistad Y El Amor
Los individuos se
integran en una unidad básica que se la familia y dentro de ella surge un
sentimiento espontáneo y reciproco llamado amor, siempre esta presente; el amor
crece cada día y es la fuerza moral que une a las familias y las capacita para
resolver las dificultades toque enfrentar.
El valor de la amistad estriba en que personas diferentes crean lazos
afectivos, dentro de esta relación surge un espíritu de respeto que nos permite
tratar con cariño y dulzura a nuestros amigos. Pues gracias a ellos nos
resuelven algunos problemas económicos y nos orientan a lo largo de toda la
vida, comparten su visión personal y gozan con nosotros de nuestras
ocurrencias, el juego, el esparcimiento, el descanso, el buen humor e incluso
la ironía.
El Amor
Es un sentimiento
abierto y positivo que se experimenta con respecto a otros individuos o también
a otros seres como animales o plantas.
El amor es una fuerza de unión y armonía que mueve las
cosas y las mantiene juntas amar y ser amado es placentero para los seres
humanos, a través del amor suele obtenerse seguridad, confianza en si mismo y
alegría al saberse importante, para otra persona. Además el amor cubre ciertas
necesidades como la comunicación, la convivencia, la recreación y el
aprendizaje. El amor no solo esta presente entre los individuos como pareja, si
no el amor entre amigos, el amor a objetos, el amor por ciertas actividades, el
amor al prójimo y a dios.
La Amistad
Es una relación voluntaria, íntima y duradera, predominan
en ella otros valores, tales como la solidaridad, el desinterés la reciprocidad
y la independencia de diferencias sociales.
La Verdad
La verdad se ha fomentado siempre y quien la cultiva es
considerada como una persona de alta calidad humana y moral. Los conocimientos
no simplemente se explican, sino también se aplican al mejoramiento humano.
Cuando el saber es producido con esta intención se realiza una virtud que se
designa como veracidad, indicando la virtud de buscar la verdad como valor
humano; el investigador o descubridor impulsados por la veracidad son capaces
de promover debidamente la mentira pues la sabiduría es un valor del espíritu
de ciertos hombres. Consiste en decir siempre la verdad esto es decir lo que se
cierto, lo que se autentico y conforme a lo que sucede, como son las cosas sin
aumentos ni disminuciones la verdad implica ser sincero, real hablar con la
verdad implica a los seres humanos credibilidad y confianza para los demás lo
que permite ser respetados y reconocidos como personas en las que se puede
confiar.
La Prudencia
Es la capacidad
que poseen los hombres para orientar su actuación en base al uso de la razón.
Esto quiere decir que ante todo la razón debe gobernar los actos de las
personas y no el sentimiento. La prudencia permite a los hombres perfeccionar
sus propias actividades y perseguir su propio bien respecto al fin común de los
que le rodean y de su vida misma. La prudencia gobierna a todas las demás
virtudes y su función elemental es la de conocer los fines o propósitos para
actuar de una manera correcta. Lleva a los hombres a tomar decisiones efectivas
que aseguran éxito y buenos resultados, cuando se es prudente imponiendo la
razón a nuestra existencia, las determinaciones tomadas estarán. Muy lejos de
las apariencias, ficciones y engaños que suelen presentarse. En la vida
cotidiana esto lleva a lograr seguridad confianza en si mismo y aplomo para
decidir y actuar cuando la razón predomina en nuestros actos se logra reducir
los errores y fallas que se cometen.
La Responsabilidad Y Deber
La Responsabilidad es la virtud humana de responder con
formalidad de ser capaz para tomar decisiones de dirigir una actividad de
organizar a un grupo o de coordinar un todo. Los seres responsables se
caracterizan por imprimir a sus acciones seriedad, comprometiéndose consigo
mismos y con los demás una actitud responsable es granita de buenos resultados.
El deber es todo aquello que puede ser exigido a una persona como cuando se
exige una deuda, la palabra deber proviene del latín debitum que significa
aquello. Ser responsable implica cumplir con nuestros deberes ya sean,
jurídicos, sociales o morales. Los términos responsabilidad y deber suelen
utilizarse como sinónimos de obligación
La Fortaleza
Es la virtud que permite a los seres humanos moderar y
dominar sus pretensiones, ambiciones e impulsos respecto a metas y objetos
difíciles de obtener, esta virtud permite actuar con determinación, firmeza y
audacia, sin dudas ni titubeos al momento de tomar decisiones simples o
complejas aquellas que se refieren a situaciones que representan un gran peligro
o temor como la muerte. El hombre con fortaleza puede vencer todos los
peligros, obstáculos y penas que séle presenten, será perseverante, paciente y
generoso sinónimos de fortaleza son el vigor, la energía, la resistencia y la
lozanía.
La Lealtad
Se puede definir a
la lealtad como un sentimiento o actitud de adhesión a algo que se externó a
uno mismo. Este sentimiento es acompañado de un deseo por apoyar o actuar a
favor de aquello a lo que se es leal y bajo condiciones que incluso exijan
cierto sacrificio .La lealtad es voluntaria quien la practica elige de manera
libre hacerlo y sin presiones ni condiciones de ninguna especie. La lealtad
tiene un origen social.
La Libertad
La Libertad es una de las virtudes más reconocidas y
apreciadas por todos los seres humanos, no solo como facultad de desplazarse y
de transitar sin impedimento, sino también como el poder para actuar y no
actuar, para pensar y expresarse de tal manera, para decidir qué hacer y cómo
hacerlo . La Libertad se siente en la medida que se hace lo que se quiere.
La Caridad
La Caridad es la dedicación activa a fin de promover la
felicidad y el bienestar de los demás con el objeto de lograr esa felicidad y
bienestar de tal manera total y no solo eliminar la miseria. Aportar donativos
es una acción muy aceptada por la gente permitiendo que muchas instituciones
dependan parcial o totalmente de ellas para realizar sus acciones filantrópicas. Se suelen organizar colectas como la cruz
roja.
La Justicia
Es la virtud de dar a cada quien lo suyo. Se considera
que el trasgresor de la ley es injusto, mientras que quien actúa conforme a la
ley es justo. Para que su carácter sea aceptable, deberá respetar a los demás
miembros de la sociedad a la que pertenece y acatar las normas de esa comunidad
.La Justicia es una condición necesaria para que las relaciones humanas se
desarrollen armónicamente en un ambiente de respeto, igualdad, rectitud y
estabilidad. Es la virtud entera y perfecta: Entera porque comprende a todas
las demás virtudes y perfecta porque el que la posee puede servirse de ella no
solo en relación consigo mismo, sino con los demás.
La Igualdad
Se refiere al
trato que todas las personas deben recibir todos los hombres somos igualmente
valiosos e importantes sin tomar en cuenta la raza, el sexo, la posición
económica, la religión o la inteligencia. Relacionadas de manera estrecha con
la imparcialidad están, la indiscriminación. La Igualdad de oportunidades, como
la educación o el empleo, que deben distribuirse de modo igualitario entre todos
los individuos. El articulo 1* de la declaración de los derechos del hombre y
del ciudadano establece que todos los hombres nacen y permanecen libres e
iguales en derechos, mientras que el articulo 7* declara iguales a todas las
personas para recibir dignidades, cargos y empleos públicos según su capacidad
y sin mas distinción que la de sus virtudes y méritos.
La Templanza
Si la fortaleza es la virtud de moderar las ambiciones e
impulsos respecto a situaciones difíciles. La templanza lo es respecto a las
metas u objetos de fácil obtención, la templanza debe moderar las tendencias
más fuertes de los impulsos que hacen desear una cosa en el hombre, pues dichas
inclinaciones siguen intenciones de la misma naturaleza: La alimentación y
relaciones sexuales. La capacidad de moderación y control que otorga la
templanza permite a los hombres lograr un equilibrio, entre la exageración de
estas pasiones y la anulación total de ellas. Pues no se trata de negar su
valor sino ubicarlo correctamente dentro del contexto general de las acciones
humanas. Sinónimos de templanza son: La continencia, la moderación, y la
sobriedad.
La Persona Integra
Una persona íntegra es la que cumple con su deber en
cualquier circunstancia y durante de toda la vida. La integridad no es una
virtud momentánea, es el cumplimiento del deber de manera prolongada la cual
matiza para siempre la personalidad del individuo. La integridad consiste en
aceptar un deber y apegarse a el en todos los actos de la vida. La integridad
de una persona origina que la vida social de este individuo alcance los más
altos elogios que una sociedad puede brindar.
La Fidelidad
Valor que se extiende como la acción de no traicionar la
confianza que nos deposita y permanecer a lado de lo que prometimos. La persona
fiel encuentra en el cumplimiento de su deber una fuerza moral, que le une a
sus compromisos y a las personas con las que estableció una relación social. Dentro
de las virtudes éticas encontramos otros valores, como son: La racionalidad, la
lealtad, la erudición la buena voluntad, la seguridad, la cortesía, la
disciplina, la caridad, la confianza, la paciencia y el respeto. Toda sociedad
anhela una vida mas justa para sus miembros y una convivencia de calidad.
Los Valores familiares entre los miembros de una familia
se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de
afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas. La
familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el
adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad
familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad
en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida
social. Es en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que
serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de la persona.
Entre otros destacan los siguientes:
La alegría:
La alegría es un valor que se siembra primeramente en el
seno familiar. Es en el núcleo familiar donde se procura que los miembros se
ayuden unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y
dificultades, así como el compartir los logros y éxitos de los demás. En el
fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado, buscando el bien y
compartir con el otro. Cuando nos centramos en nuestras preocupaciones y no
estamos dispuestos a ayudar a los que nos rodean somos egoístas. El egoísta no
suele ser una persona alegre. Es en este darse a los demás miembros de la familia
donde se obtiene la alegría.La alegría no depende de las circunstancias o de
las facilidades que puede presentar la vida y tampoco consiste en tener cosas.
Este valor tiene su fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la
consecuencia de una vida equilibrada, de una coherencia entre lo que pensamos y
lo que hacemos, el tener una mente y un cuerpo sanos.
La generosidad:
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en
la vida familiar. Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras
personas desinteresadamente y con alegría. Hacer algo por otras personas puede
traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar
tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
Se notará una actitud generosa en una persona que se esfuerza por hacer la vida
agradable a los demás miembros de la familiar.
El respeto:
El respeto hacia los demás miembros es otro de los
valores que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona
misma, sino también a sus opiniones y sentimientos. Respeto hacia las cosas de
los demás miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones, éstas,
por supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el niño
aprende que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son
valorados.
La justicia:
La justicia se fomenta en el seno de la familia al
establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la
justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde. Una persona que se
esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada
uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
La responsabilidad:
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los
propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los demás. Para que una persona
pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones,
es por ello, de gran importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y
obligaciones muy claras. Por ejemplo, el niño debe tener claro que es su
responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el
mayor trabajo y empeño en esta actividad, en beneficio propio y en respuesta a
la oportunidad que le brindan sus padres. El desarrollo de la responsabilidad
en los hijos es parte del proceso educativo, esto con vistas a la participación
de los hijos en la vida familiar primero, y a la vida en sociedad después, de
una manera responsable y autónoma.
La lealtad:
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos
que nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar
dichos vínculos así como los valores que representan. La aceptación y el
reconocimiento de este vínculo no se centra hacia el futuro, como una posibilidad,
sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es
profundo, suele madurar y fortalecerse a la larga. Es en la familia donde
surgen y se fortalecen este tipo de vínculos, por ejemplo, un niño pequeño
aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al procurar hacer todo
lo que pueda para cumplir con lo que sus padres le dicen que es bueno. Se
muestra lealtad entre los hermanos al apoyarse, defenderse y ayudarse ante las
dificultades, ante la amenaza de personas o circunstancias ajenas a la familia.
Conviene aclarar que ser leal a los papás, por ejemplo, no significa aprobar
una conducta errónea de los mismos, sino el respetar y cuidar su buen nombre,
se trata de ser sincero con ellos, además de ayudarlos a superar las dificultades.
Lo mismo ocurre al ser leal a la patria, esto no supone ocultar o negar los
males y deficiencias que en ella puedan existir, sino el proteger, reforzar y
participar en la vivencia de los valores de la misma.
La autoestima:
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el
ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y
fundamentos en el núcleo familiar. Se entiende por autoestima la visión más
profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las
elecciones y en la toma de decisiones, en consecuencia conforma el tipo de
vida, las actividades y los valores que elegimos. Desde niños vamos
construyendo el concepto de nosotros mismos de acuerdo a los mensajes recibidos
de nuestros padres, hermanos, familiares, amigos y maestros. Es la suma de la
autoconfianza, el sentimiento de nuestra valía personal y de nuestra capacidad.
Ésta se basa en la variedad de pensamientos, sentimientos, experiencias y
sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, pero
principalmente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia.
Si queremos construir una personalidad fuerte y
equilibrada, es de vital importancia que como padres hagamos sentir a nuestros
hijos que son dignos de ser queridos con un amor incondicional, es decir, no
condicionado a su comportamiento, calificaciones o actitudes. Elevar la
autoestima de nuestros hijos es de vital importancia, ya que contribuimos a que
desarrolle la convicción de que es estimado y valorado, que es competente para
enfrentarse a la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la
felicidad.
De nuevo suenan tambores de guerra en la educación. Esta
vez, a propósito de educación para la ciudadanía, una nueva asignatura que, en principio,
no debería haber suscitado oposición alguna. Está recomendada por el Consejo de
Europa, se imparte en muchos países de nuestro entorno cultural, gran parte de
sus contenidos estaban ya incluidos en la asignatura de ética y, sobre todo, la
sociedad exige a la escuela que eduque en valores cívicos a nuestros jóvenes. Sin
embargo, la Conferencia Episcopal Española y algunas organizaciones conservadoras
se oponen tajantemente a la asignatura, atribuyéndole intenciones perversas,
adoctrinadoras y sectarias, por lo que se ven en la obligación de recomendar la
objeción de conciencia, para no “colaborar con el mal”. Así las cosas, se ha planteado
un pulso entre la Iglesia y el Gobierno, del que resultará, sin duda,
perjudicada la asignatura en cuestión. La seriedad del tema, que afecta a toda
la sociedad, no sólo a la comunidad escolar, recomienda prolongar el debate abierto,
estudiar con rigor todas las posturas y estar dispuestos a rendirse ante el argumento
más fuerte, rendición que nunca es vergonzosa, sino noble. Necesitamos también
que la sociedad civil se implique en esta cuestión, para lo cual ha de tener la
información necesaria. Por eso, voy a tratar de hacer un resumen pedagógico de
la situación.
1. La nueva ley orgánica de la Educación Nada más llegar
al Gobierno, el partido socialista decidió cambiar la ley de Educación (LOCE),
promovida por la ex ministra popular Pilar del Castillo. El baile legislativo
en temas de educación es irritante. Una de las propuestas más novedosas de la
nueva ley, que según Peces Barba justificaba una legislatura entera, era la
introducción de una educación para la ciudadanía. La asignatura despertó
recelos en la jerarquía católica, preocupada por la asignatura de religión. La LOCE
había dado una solución salomónica. Incluía una asignatura de ética común y obligatoria
y, además, una nueva asignatura llamada sociedad, cultura y religión,
obligatoria, pero con dos opciones: una confesional y la otra no confesional.
Que en secundaria se estudie el fenómeno religioso me
parece sensato. El problema surgía porque esa asignatura era una exigencia para
convertir en evaluable y obligatoria la enseñanza de la religión católica. Iba,
por así decirlo, a remolque de ella, y eso alteraba el debate educativo. Creo
que conviene separar los problemas y, cuando la polémica actual se calme,
plantear la cuestión de los conocimientos religiosos que deben tener nuestros
adolescentes. En Francia, nación laica por antonomasia, el debate está abierto
desde que el informe ministerial solicitado al filósofo y escritor Régis Debray
recomendara la introducción de una asignatura con contenidos religiosos. Y en Reino
Unido existe una “educación espiritual”.
2. La interpretación laica de la nueva asignatura Cuando comenzó
a hablarse de la asignatura, algunos grupos de carácter laicista consideraron
que educación para la ciudadanía nos liberaba al fin de la influencia
religiosa, que consideraban nefasta. Afirmaron la falta de sentido de la palabra
Dios y cosas semejantes. Esta postura tampoco estaba justificada. En primer
lugar, porque una de las obligaciones de la ética es la defensa de los valores
comunes en una sociedad plural, en la que una gran cantidad de personas viven
religiosamente. La ética no es laica en sus finalidades, sino en su modo de
legitimación, que es otra cosa muy distinta. La moral religiosa tiene su
fundamento en la revelación. Por eso, a pesar de que para los creyentes tiene
un valor universal, su fundamento es válido únicamente para ellos. En cambio,
la legitimación de la ética procede de la razón, que es común a todos los seres
humanos. La Declaración de los Derechos Humanos –recogida y positivada en
nuestra Constitución– es una formulación, sin duda todavía imperfecta, pero legítima,
de esa ética universal. Y no debemos olvidar que defiende explícitamente el
derecho a la libertad religiosa, de conciencia y de culto, siempre que no
atente contra derechos fundamentales.
3. La Iglesia y el derecho a la educación moral La Conferencia
Episcopal considera que esta asignatura confiere al Estado el derecho de formar
la conciencia moral de los ciudadanos, cosa que atenta contra el derecho de los
padres. En efecto, la Constitución protege el derecho de los padres a elegir la
educación moral y religiosa de sus hijos. Pero este derecho ni es absoluto ni
excluyente. El derecho fundamental es el que tienen los hijos a ser bien educados
(lo que jurídicamente se llama“ el superior interés del menor”), y eso impone
deberes a padres, Estado, iglesias, medios de comunicación y al conjunto entero
de la sociedad. Además, el sistema educativo tiene la obligación de formar la
conciencia cívica de los alumnos, para hacerles conocer los valores éticos en
que se funda nuestra democracia, los deberes y derechos, la necesidad de
comportarse responsablemente, e ideas claras sobre la justicia y la
solidaridad.
4. Los peligros de un Estado educador
Es verdad que un Estado que impusiera sus propias normas
morales sería totalitario y peligroso. Estados moralizadores fueron el nazi, el
marxista, y también los estados confesionales religiosos. Pero admitir esta
asignatura no supone conceder ese derecho al Estado, sino, al contrario, formar
a los ciudadanos para resistir las injerencias injustas del Estado. La ética no
es una moral que derive del Estado, ni siquiera un sistema de valores que
deriven de la democracia, sino que es, precisamente, todo lo contrario. Es una
norma a la que tiene que someterse también el Estado, y que evita que la
democracia –como ha señalado Garzón Valdés– se convierta en una institución suicida.
No olvidemos que cuando apareció la primera Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano en 1789 estaba dirigida a limitar los poderes de la monarquía
absoluta, afirmando derechos de superior rango a los que tenía que someterse el
poder estatal. Si podemos considerar que una ley puede ser legal y al mismo
tiempo injusta es porque distinguimos por encima de la legalidad unos
principios superiores de legitimación. Así pues, un Estado democrático debe
educar la conciencia ética de sus ciudadanos como gran protección contra toda
veleidad tiránica o desvío injusto.
5. Los contenidos de la asignatura
La Conferencia Episcopal considera que la asignatura es
relativista, positivista y defiende una ideología de género. Estas tres críticas
son formulaciones distintas de una misma crítica fundamental: en esta
asignatura no se hace una afirmación explícita de la naturaleza como fundamento
de la ética. El asunto es importante para la Iglesia porque su moral sexual
está basada en la idea de que en la “naturaleza biológica” está impresa la
voluntad normativa de Dios. Eso le permite condenar las relaciones sexuales no dirigidas
a la procreación y la homosexualidad. Pero esa idea de la naturaleza como
código normativo encarnado resulta difícil de aceptar por razones que expuse en
El rompecabezas de la sexualidad. Encontramos en la noción de naturaleza lo que
previamente hemos puesto en ella. Por ejemplo, en la naturaleza funciona la ley
del más fuerte. El macho dominante se adueña del harén. Esta visión biológica
de la naturaleza podría justificar una moral machista y polígama. Ahora bien,
eso no supone negar que cuando hablamos de ética estamos hablando de normas para
la naturaleza humana, y no para la naturaleza angélica o la naturaleza perruna.
Pero nos referimos a una idea de la naturaleza menos biologista y más de
acuerdo con la tradición aristotélica y tomista. Lo que define la naturaleza
humana es la inteligencia, la razón. Obrar conforme a la naturaleza es obrar
conforme a los dictámenes de una inteligencia ilustrada, responsable, bien sintonizada
con los valores, que se empeñe en crear un proyecto de vida común acorde con
las necesidades y las expectativas del ser humano.
6. ¿Y qué pasa con los profesores? Un último reducto de
los críticos: “Una cosa es lo que dicen los programas y otra lo que van a decir
los profesores”. Como profesor, creo que este tipo de acusaciones desprestigia
la figura del profesor, cuando lo que necesitamos es todo lo contrario. Dan por
sentado que los profesores somos un hatajo de borregos que vamos a seguir consignas.
No. La profesión docente tiene su propia responsabilidad y deontología. En la
escuela sólo deben enseñarse contenidos que puedan justificarse universalmente.
Me extraña que quienes estén preocupados por lo que hacen los docentes no se
hayan interesado más por lo que se hace en las tutorías, donde se tratan, sin ningún
tipo de programas, los asuntos más variados. Si el fondo del asunto fuera
educativo, las tutorías estarían en el foco de atención.
7. ¿Hay alguna salida?
Los pulsos son peligrosos, porque tieneque haber
vencedores y vencidos. Conviene volver al principio. Necesitamos educar a
nuestros jóvenes en unos valores éticos, universales, en un pensamiento
crítico, en una cultura de la responsabilidad y el esfuerzo. Necesitamos que
conozcan la estructura de la democracia, sus derechos y deberes, entre los que
se incluye el de participación en la cosa pública. Las autoridades educativas
deben cuidar de que esta asignatura tenga la solidez y el prestigio que merece y
preparar a los profesores adecuadamente. Sería estupendo que los padres
colaboraran en esta asignatura con los profesores. Vamos a tratar temas
educativos de excepcional interés para toda la familia: cómo resolver bien los problemas,
los círculos de responsabilidad, los modos de convivencia. Necesitamos
urgentemente borrar la fractura que hay entre escuela y familia, y ésta podría
ser una buena ocasión. Por último, la sociedad entera debe interesarse en cómo
impartimos esta asignatura. Los educadores somos depositarios de una función
social y debemos dar cuenta de lo que hacemos. Y también pedir cuentas a la
sociedad si no nos ayuda. Una última cosa La ética no es enemiga de la
religión. Tomás de Aquino distinguía entre “teología moral” y “moral
filosófica” y pensaba que la teología tenía que aprovechar los argumentos de la
filosofía. A su vez, la filosofía tiene que atender y valorar lo que dicen las
religiones, que son depositarias de profundas experiencias humanas. Se trata de
que todos reconozcamos nuestras limitaciones, admitamos la complejidad de los
asuntos y estemos dispuestos a aprender todos de todos. Cuando hablamos de
verdad sólo estamos hablando de búsqueda de la verdad, y cuando hablamos de la
justicia sólo estamos hablando de búsqueda de la justicia. Me atrevería a
sugerir a la Iglesia, tan preocupada por re evangelizar la sociedad, que una
forma de hacerlo podría ser colaborar a la vitalidad y altura de la ética
cívica. Así cumpliría la recomendación de los profetas cuando dicen: “¿Quién
subirá al monte de Yahvé? El hombre de corazón recto, que busca la justicia”. Eso
es lo que pretendemos formar: chicos y chicas de corazón recto que busquen la
justicia.
SUPERVICION Y EDUCACIÓN
INCLUSIVA
Educación inclusiva para una sociedad democrática
No sé si exagero, pero creo no equivocarme al afirmar que
el único modelo educativo que responde a las exigencias de una sociedad
democrática, es el inclusivo. Por el mero hecho de los principios y filosofía
que caracterizan la democracia: respeto a la diferencia, valoración de la misma
como riqueza común, participación del conjunto de la población en las
decisiones de gobierno, consideración de las aportaciones valiosas de todos los
ciudadanos, práctica de la igualdad de derechos y de oportunidades..., en
definitiva, una sociedad que, como cuenta con todos, debe formar a todos
adecuadamente para que puedan ejercer sus derechos en todos los ámbitos de la
vida y para que puedan aportar sus valores personales de crítica y creatividad
que ayuden a avanzar en el camino de mejora social permanente.
Desde este enfoque, habrá que acordar que las personas
diferentes deben convivir en la diversidad de modo positivo y favorable; si
esto es así, parece pertinente que todas se conozcan, se respeten, se
valoren... Y lo mejor, por lo tanto, es que se eduquen juntas, en los mismos
centros, donde todas reciban esas oportunidades educativas equivalentes, no
selectivas ni discriminatorias en función del sexo, la capacidad o el talento,
la etnia, la religión..., o múltiples circunstancias que singularizan al
individuo y que constituyen la alta riqueza que se puede disfrutar en
democracia. Si la escolarización (especialmente en las etapas de educación
obligatoria) se realiza en formas paralelas, separando a unos sujetos de otros,
difícilmente se conocerán y se valorarán; no es posible pedir objetivos
inalcanzables sin poner los medios e implementar los procesos apropiados para
conseguirlos. Cualquier resultado es consecuencia de un proceso, por lo que
resultarán decisivas las opciones tomadas en educación para lograr uno u otro
modelo de sociedad. No obstante, parece acordado que el modelo elegido es el
democrático, por lo que no debería estar en cuestión el modelo educativo coherente
con el fin pretendido, aunque a veces nos parezca que determinadas decisiones
no son, precisamente, las más adecuadas para ello.
El mantener centros diferenciados por sexo/género, por
religión o por capacidad (que son los que todavía encontramos en nuestra
sociedad y en nuestro sistema educativo) no colabora en absoluto a conseguir
esa sociedad en la que todos dispongan de las mismas oportunidades de educación
ni tengan, después, iguales posibilidades de participar socialmente, por mucho
que se afirme lo contrario. Las discriminaciones que siguen existiendo hacia
las mujeres en el terreno laboral o social, o las que se dan hacia las personas
con algún tipo de discapacidad -tanto en su acceso al trabajo como en su
accesibilidad universal-, o las que se puedan producir igualmente en función de
la religión que se practica y las costumbres discriminatorias que deriven de
ella, continúan permaneciendo, en buena parte aunque no solamente, por la
educación "diferenciada" o escolarización paralela que se mantiene en
determinados casos.
Como digo, el planteamiento que parte de la educación
inclusiva parece el correcto para lograr los objetivos democráticos de la
sociedad. Una educación de calidad para todos, a lo largo de la vida, en la que
se comparten los valores propios con los ajenos y se conforma una sociedad
acogedora (inclusiva, al fin), cuidadosa de toda la población, que se enriquece
culturalmente sin renunciar a las culturas de nadie y que necesita ciudadanos
bien formados que asuman sus compromisos y responsabilidades ante sí mismos y
ante los demás, es una educación inclusiva con todas las consecuencias que se
derivan tanto en su planteamiento inicial (en buena parte ya conseguido en
nuestro sistema), como en el conjunto de medidas que se deben tomar para que,
ya dentro de la escuela, esa educación sea una realidad y no sólo una
declaración de buenas intenciones.
Aclarando conceptos y propuestas
A pesar del tiempo transcurrido desde que se empezó a
hablar y a conceptualizar el modelo de inclusión o de educación inclusiva,
todavía es fuente de debate habitual, y también de preguntas y consultas
permanentes, la distinción entre integración e inclusión educativa. ¿Qué
cambios supone el paso de la integración a la inclusión, si es que se ha
producido alguno? La incorporación del alumnado con necesidades educativas
especiales a los centros ordinarios fue denominada integración en el comienzo
de su experimentación (1985), y sólo referida a estudiantes con algún tipo de
discapacidad. Esta denominación se mantuvo durante años, hasta que aparece la
inclusión como novedad, en principio más por la palabra que por el cambio en
los hechos, en el planteamiento del trabajo educativo con estos alumnos y
alumnas. Pareció, en principio, una mera traducción literal del término inglés.
Pero, pasando el tiempo y profundizando en su significado, fueron apareciendo
diferencias importantes que hubo que considerar para avanzar en el
planteamiento relacionado con la incorporación a la sociedad de las personas
con discapacidad y, en el ámbito educativo, de su formación en igualdad de
oportunidades.
Desde mi punto de vista, la transformación que requiere
el paso de integración a inclusión es esencial en la concepción del centro
educativo. Cuando se habla de "integración", se pretende
fundamentalmente adaptar al alumno a la situación escolar, apoyándole con los
medios precisos para que desarrolle sus capacidades de la mejor manera posible;
en cualquier caso, el énfasis se hace sobre el alumno, que debe integrarse en
el medio al que se incorpora, si bien se
le apoya en función de sus necesidades. La "inclusión", por su parte,
supone la adaptación de la escuela, es decir, la modificación de todos los
elementos necesarios para que la institución sea capaz de educar al conjunto de
la población, sea cuales fueren sus características personales. El énfasis
pasa, de esta manera, del alumno al planteamiento institucional, desde el cual
hay que revisar el funcionamiento de los factores de enseñanza y aprendizaje,
las estrategias metodológicas generales, el contexto del aula, etc. Es
imprescindible una escuela comprensiva, amplia, flexible, de calidad..., que
ofrezca múltiples opciones a la diversidad que presente su alumnado. Diversidad
de todo tipo, porque hay que advertir que el modelo no sólo es válido para los
alumnos con necesidades especiales, sino para todos los alumnos: cada uno es
diferente, por lo que todos requieren personalización educativa. La educación inclusiva supone un gran avance
en las expectativas que se ponen sobre el alumnado con necesidades educativas
especiales y sobre toda la población (especialmente en las etapas obligatorias,
aunque no hay que abandonar el resto, pues nuestra sociedad es muy exigente y
competitiva), y ya no basta con estar integrado en la escuela, sino que el
profesorado, las instalaciones, el currículum, la organización, otros sectores
intervinientes, tienen que configurarse para ofrecer la educación de calidad
que en estos momentos se requiere. Se debería llegar a eliminar, con este
planteamiento, la "etiquetación" que se asigna a los alumnos más
diferentes ya sea por su capacidad o talento, por sus intereses, por su etnia,
lengua o cultura. Desaparecerían de la terminología las necesidades educativas
especiales, las nacionalidades, las lenguas, el nivel o ritmo de aprendizaje...
Todos son alumnos que hay que educar en el Centro, atendiendo a las diferencias
de cada uno. Pero sabiendo que ese Centro cuenta con las condiciones adecuadas
para hacerlo y con los recursos institucionales necesarios (de todo tipo, pero
especialmente los pedagógicos y profesionales). Hay que avanzar hacia el modelo
inclusivo, superando las "excusas por la desigualdad de una sociedad
rica" (Gordon y Green, 1975) que apoyan la escuela segregada.
La "integración" ha sido una fase muy
importante en un contexto de progreso, sin duda. Pero desde la integración a la
inclusión se han subido escalones importantes, y eso es lo interesante: no ir
hacia atrás. Cada una de las fases superadas supuso, en su momento, un avance,
en el que hay que seguir insistiendo para llegar a una sociedad inclusiva
(Herrán, 2010). Eso es lo positivo: recorrer el camino para alcanzar cada día
mejores condiciones de vida en el contexto social de la persona. De todas las
personas.
El logro de los objetivos sociales pasa por la educación,
y esta por la formación del profesorado, su compromiso, su responsabilidad y su
convencimiento de que el modelo inclusivo es el que garantiza la igualdad de
oportunidades y las mejores competencias para el alumnado. Sin olvidar la
participación de los demás sectores sociales (vivienda, trabajo, sanidad, medio
ambiente...), obligados a colaborar en este quehacer común, más aún, si cabe,
desde la incorporación de España a la Convención de la ONU. Después de estas
reflexiones, podría conceptualizarse la educación inclusiva para enmarcar la
propuesta de supervisión hacia la misma. El modelo de educación inclusiva
supone la implementación sistémica de una organización educativa que disponga
de las características y posibilidades necesarias para atender al conjunto de
la población escolarizada, diversa, por principio, por naturaleza y por
circunstancias, en estos momentos de la historia. Dicho planteamiento implica
la disponibilidad de un currículum abierto y flexible, es decir, democrático, y
una organización escolar que permita su práctica óptima. Además, la educación
inclusiva debe constituir un núcleo aglutinador de la sociedad, que deberá
colaborar activamente con el centro educativo para que este se convierta en una
comunidad de aprendizaje real, en la que todos participen y aporten su riqueza
individual y grupal a la mejora de cada uno de sus integrantes (Casanova, 2011:
31).
Nuestra definición de valores
1. Los valores son
convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y
orientan su conducta. La solidaridad frente a la indiferencia, la justicia
frente al abuso, el amor frente al odio.
2. Los valores involucran nuestros sentimientos y
emociones. Cuando valoramos la paz, nos molesta y nos hiere la guerra. Cuando
valoramos la libertad nos enoja y lacera la esclavitud. Cuando valoramos el
amor y lastima el odio.
3. Valores,
actitudes y conducta están relacionados. Los valores son creencias o
convicciones de que algo es preferible y digno de aprecio. Una actitud es una
disposición a actuar de acuerdo a determinadas creencias, sentimientos y
valores. A su vez las actitudes se expresan en comportamientos y opiniones que
se manifiestan de manera espontánea.
Valores
Valoro la justicia,
me duele el abuso. Se relaciona con:
Actitudes
Doy las mismas
oportunidades a todos mis alumnos Se relaciona con:
Conducta
Establezco y
respeto los mismos plazos a los alumnos para que entreguen sus tareas.
4. Los valores se
jerarquizan por criterios de importancia. Cada persona construye su escala de
valores personales. esto quiere decir que las personas preferimos unos valores
a otros. Usted por ejemplo, ¿en qué orden de importancia colocaría los
siguientes seis valores?
Dignidad
Honestidad
Solidaridad
Amistad
Salud
Educación
5. Los valores más
importantes de la persona forman parten de su identidad. Orientan sus
decisiones frente a sus deseos e impulsos y fortalecen su sentido del deber
ser. Por ejemplo, una maestra responsable hará todo lo que esté en sus manos
para que sus alumnos alcancen los objetivos educativos del ciclo escolar, se
sentirá mal consigo misma si por razones claramente atribuidas a ella, los
niños no reciben las oportunidades de aprendizaje que debieran. Solo sentimos
pesar al hacer algo incorrecto cuando el valor en cuestión es parte de nuestro
ser.
6. Los valores se
aprenden desde la temprana infancia y cada persona les asigna un sentido
propio.
Cada persona, de acuerdo a sus experiencias,
conocimientos previos y desarrollo cognitivo, construye un sentido propio de
los valores. Aunque a todos nos enseñen que la honestidad es algo deseable, y
aunque todos lo aceptamos como cierto, la interpretación que haremos de este
valor, el sentido que le encontraremos en nuestra vida, será diferente para
cada persona.
7. Los valores y
su jerarquización pueden cambiar a lo largo de la vida. Los valores están
relacionados con los intereses y necesidades de las personas a lo largo de su
desarrollo. Los valores de los niños pequeños están definidos en buena medida
por sus necesidades de subsistencia y por la búsqueda de aprobación de sus
padres: sustento biológico, amor filial. Los adolescentes guían sus valores
personales por su necesidad de experimentación y autonomía: amistad, libertad. Mientras
que en la edad adulta se plantean nuevas prioridades: salud, éxito profesional,
responsabilidad. Algunos valores permanecen a lo largo de la vida de las
personas.
CONCLUSIÓN
Los valores son las herramientas más poderosas que han
sido creadas para mantener la armonía en naciones enteras, lamentablemente a
pesar que estas existen el uso de ellas día con día se deterioran más, cada vez
más se pierden y lo que vemos alrededor son los antivalores, los malos modales
y el egoísmo en cada uno de nosotros. Como parte de la sociedad, todos tenemos
que contribuir para que esta funcione adecuadamente, si uno de nosotros deja de
cumplir con su función rápidamente todo se desequilibra. No es necesario que
nosotros queramos hacer cambiar a los demás, basta con que cambiemos nosotros
mismos para que el cambio se vaya dando solo. Es importante que iniciemos esta
práctica de valores con nuestra familia, después podemos seguir con nuestros
amigos y conocidos. En la escuela podemos ver otro tipo de valores como los
cívicos, es muy importante que le tengamos respeto y lealtad a nuestra tierra,
nuestra bandera, nuestras costumbres y tradiciones ya que para ser
independientes hubo héroes que incluso tuvieron que entregar su vida para
formar una nación propia e independiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario